HISTORIA – 1 (La Ducha)
(1 de 3)
No sé si mi trabajo es considerado
uno de los más peligrosos, pero la verdad es que existen muchos momentos de un
riesgo considerado muy alto, momentos en los que dudar en algún tipo de acción
puede repercutir en tu propia integridad física, la de otro profesional e
incluso en la de algún interno. En esa labor nos encontramos día a día
intentando por todos los medios terminar la jornada con informe blanco a ese
respecto, aunque por desgracia no siempre es así.
Por ello para nosotros es muy
importante el control en las fabricaciones y posesiones de cualquier tipo de
arma que pueda emplearse para efectuar una posible agresión contra las personas
y/o contra las propias instalaciones. A mi buen entender pienso que
posiblemente existan los mejores inventores de armas entre nosotros dado que a
veces eso parece increíble los medios que utilizan para su fabricación y el
resultado tan asombroso y dañino que tienen.
Otra fase importante es el tema de
las drogas, su consumo y su trapicheo constante, ello supone una tarea
incesante para nosotros y aunque en muchas ocasiones conseguimos la requisa de
material diverso a consecuencias de registros inesperados para ellos en sus
celdas o incluso en sus personas, tenemos claro y asumimos que nunca podremos
frenarlo en su totalidad porque según estipula la Constitución
Española y su Declaración Universal de Derechos
Humanos existen zonas en las
cuales no está permitido el cacheo, aunque debo constatar que cuando existen
claros indicios o tenemos información fehaciente de que un interno se halla en
poder y/o pretende ingresar al centro algún tipo de narcótico, se le aplica la
normativa vigente solicitando al Juez un registro Integral, en el
supuesto que aún así no se consigan los objetivos de requisar el narcótico que
supuestamente el interno pretende entrar, se le aplica la segunda opción
efectuándole una placa de rayos X y si da positivo se le aísla hasta su
evacuación y posteriormente se le abre expediente disciplinario enviándole el
resultado al Juez con lo que se le abre una nueva causa aparte de la
justificada sanción interna que proceda.
Explicado un poquito el índice
genérico, aunque faltaría contar los amotinamientos, secuestros, violaciones,
agresiones, intentos de evasión etc.., lo que seguramente iré contando poco a
poco en este blog para que todos los que lo lean puedan intentar imaginar y
comprender como es la vida dentro de las rejas.
En este apartado intentaré contar
algunas de las historias vividas esperando que las personas que las lean les
sea de lo más interesantes.
Varios años atrás, siendo un
caluroso día de verano tenía asignación de puesto en el módulo Intensivo donde
están las celdas de aislamiento (en el argot penitenciario: Chupano),
ese verano aparte de la insoportable calor que nos ajusticiaba, los internos
estaban algo inquietos, con ganas de complicar la rutina diaria, no había ni un
solo día que termináramos nuestro trabajo redactando un informe interno en
blanco.
Ese día en concreto, sería sobre
las 12’00 h, mi compañero y yo denotamos que había un escape de agua rojiza en
el pasillo que tenía su origen en la celda 4, en ella moraba un interno de
origen magrebí; hombre curtido y fuerte con un cuerpo muy fibrado y trabajado por el ejercicio diario.
Abrimos la puerta de la celda y
nos encontramos toda la habitación envuelta en vaho, casi parecía una noche en
Londres pero sin sentir frío. El interno en cuestión estaba debajo de la ducha
cayéndole el agua prácticamente hirviendo sobre su cuerpo, no podía llegar a
entender cómo podía soportar tal abrasión en su cuerpo cuando para mí era casi
imposible mantener mis manos debajo de ese riego abrasador. Daba la sensación
de que estaba sumido en un trance, como si no estuviera en este mundo, sus ojos
fijos y sin parpadear mirando al techo de la celda y con voz tenue dirigiéndose
en rezos a su propio Dios Alá mientras con la hoja de una cuchilla de afeitar
de las denominadas ‘gillette’ en cada una de sus manos asestándose profundos
cortes en todas las partes de su cuerpo (brazos, pecho, muslos etc…) a un ritmo
continuado.
En su brazo derecho uno de los
cortes había sesgado una arteria y su sangre brotaba con una fuerza descomunal,
para nosotros era prácticamente imposible la sujeción del interno para
arrebatarle las cuchillas, sus movimientos eran sistemáticos, prácticamente imparables dado la rigidez y lo
mojado que se hallaba su cuerpo. Corríamos un riesgo enorme dado que cualquier
corte que nos pudiera haber ocasionado podría haber tenido unas dimensiones
enorme, nuestra única protección eran los guantes anti-corte y gracias a ellos
mi compañero se libró de corte del cuál hubiese tenido graves consecuencias
dado que pudo llegar a prácticamente traspasar la protección del guante.
Finalmente y tras un esfuerzo
físico enorme conseguimos doblegar al interno quedando reducido, engrilletado y
trasladado al servicio médico con mi mano protegida intentando cerrar la herida
más grave de su brazo para minimizar el brote de sangre.
Durante el traslado su cuerpo iba
relajándose, la tensión y la rigidez que había soportado estaba pasándole
factura, sus fuerzas habían quedado exhaustas y su propósito de quitarse la
vida había quedado totalmente
frustrados. La continuada relajación le llegó a producir la pérdida del
conocimiento y como consecuencia el trayecto final a la enfermería lo tuvimos
que hacer con su cuerpo inerte y manteniéndolo en alza.
Mientras a nosotros nos hacían un
reconocimiento para comprobar nuestro estado físico y nuestras constantes
vitales, observábamos como limpiaban las heridas del interno y como lo cosían a
lo vivo aunque él tenía su mente en otra galaxia y no sentía ni el más mínimo
dolor que pudieran producir las agujas al coserte las carnes de tu cuerpo.
Posteriormente, procedimos a
darnos una ducha, a cambiarnos de ropa de trabajo y como no, a volver a
nuestras funciones.
HISTORIA – 2 (El Fuego) (2
de 3)
¡¡Verano!!,
más bien maldito verano diría yo, que revolucionados pueden llegar a estar los
reclusos por culpa de las calores; días de estar a más 30-35º grados a la
sombra, por lo normal a esas temperaturas uno debería estar agotado, sofocado y
con ganas solo de estar tumbado debajo de un árbol dándole una suave brisa o
para ellos mejor en su piscina semi-olímpica, aun así, las calores les alteran
la sangre y parece que ello les da muchas más fuerzas y ganas de trastornar la
paz que intentamos implantar los profesionales. En cierto sentido es fácil
comprenderlos porque evidentemente están presuntamente pagando una deuda justa
con la sociedad y ello implica la falta de su preciada libertad y someterse a
las obligaciones de convivencia exigibles en la normativa interna que para
ellos por supuesto es lo que más repelen y odian. No obstante sus derechos
constitucionales son conservados y pueden hacer las pertinentes reclamaciones
aunque a menos que no sea por error humano, sus reclamaciones no llegan a buen
fin dado que la normativa es muy clara y es de obligado cumplimiento o por lo
contrario conlleva la correspondiente sanción. En muchas ocasiones lo he
pensado profundamente y siempre llego a la misma conclusión y no es otra que me
gustaría dejar este mundo sin tener que pasar ni tan solo un día morando en una
de estas celdas como reo…
Esta
historia que os voy a contar, fue un tanto dramática para mí porque ha sido una
de las veces que peor lo he pasado. Debo echarle la culpa a las calores (nunca
mejor dicho) por decir algo, porque sino lo que hago no tendría sentido y
seguro que la mente me desbordaría. De nuevo el modulo Intensivo es
protagonista de este relato, en él efectuamos turnos de dos horas debido a la
complejidad, estrés y riesgo permanente que existe.
Ese día
tenía un turno de trabajo que finalizaba a las 20’00 h, el modulo en cuestión
parecía en calma y aprovechas para conversar con tu compi aunque sin perder la
concentración en nuestra labor ya que cuando menos te lo esperas salta la
liebre y tienes montado un altercado en un abrir y cerrar de ojos. Dicho y
hecho, esto es como la vida misma, los ratitos de felicidad existen pero más
bien suelen ser bastante breves. A falta de unos 30 minutos para finalizar
nuestro turno e irnos a casa con nuestras respectivas familias, el olfato
iniciaba hizo su función, el olor a quemado no llegó hasta las entrañas,
empezamos a ver una tímida neblina y nos miramos los dos estupefactos saliendo
de nuestras bocas la misma frase ¡¡no puede ser!!, ya lo creo que puede
ser, de golpe un ruido ensordecedor martirizaba la cabeza, el sonido infernal
de la sirena de incendios, la misma que nunca quieres escuchar porque en tu
interior sabes que el fuego es siempre impredecible y puede acarrear
consecuencias graves.
Activar el
protocolo contraincendios en ese modulo no es tarea fácil, debes evacuar a
todos los reclusos de sus celdas con máxima rapidez y trasladarlos a un punto
determinado de encuentro, pero como he dicho antes no es tarea fácil ya que por
parte de ellos poner voluntad en desalojar no es algo que entre en sus
propósitos, el objetivo es ponernos las cosas difíciles aunque en ello pueda ir
la vida de alguno, pero en esos instantes suelen pensar que son intocables y
que nada ni nadie podrá con ellos, pero nosotros debemos seguir el protocolo
cueste lo que cueste y el objetivo es mantener a todos con vida y a poder ser
ilesos, el siguiente objetivo nuestro es el de determinar si el fuego ha sido
provocado e intentar sabotear durante el caos y la confusión cualquier
planificación de una posible fuga, motín o secuestro de algún profesional, una
tarea no precisamente sencilla.
Los
bomberos que llegaban en esos instantes y a nosotros dos nos tenía martirizado
la tos, produciéndonos una irritación de la tráquea y colapsando las vías
respiratorias por culpa del hollín, su propia ambulancia nos trasladó hasta el
hospital donde pasamos allí la noche a base de oxigeno directo y un sinfín de
pruebas que suelen hacer los médicos.
Es difícil
llegar a comprender porque una persona desea arrebatarse su bien más preciado
que es su vida, pero lo peor de todo, es que ese hecho conlleve peligro para
terceras personas, el fuego es el elemento más peligroso que existe dado que su
acción no se puede predecir ni arde siguiendo un patrón, esa acción, aparte de
poner el riesgo a su propia persona puso la de todos los reclusos y por su
puesto puso en grave peligro nuestra propia vida.
HISTORIA – 3 (Motín) (3
de 3)
Uno de los objetivos de nuestro
trabajo, es vigilar constantemente los movimientos y/o posibles reacciones de
los reclusos, observarles con detalle sus corrillos, sus propias expresiones
corporales para intentar pesquisar cualquier
posible indicio de rebelión conjunta que se les pase por la mente, aunque no
estaría de menos saber que en realidad no suelen ser pocos sus intentos.
La suerte para nosotros es que en
un 95% solemos anticiparnos y poder disolverlos antes de su fatídico final, ya
sea gracias al dialogo por parte de los adjuntos a la dirección, o bien sea por
nuestra labor en los registros intensivos y aleatorios que efectuamos para la
recaptación de las fabricaciones de sus armas caseras. Para conseguir este
objetivo y que pueda reinar la paz todo el mayor tiempo posible, hay que
valorar la importancia de tener reclusos privilegiados o con los que en su
defecto poder negociar sus privilegios a cambio de información con resultado
satisfactorio en la requisa de armas y posterior anulación de sublevación.
En muchas de las ocasiones, esa propia
negociación se lleva a cabo con los propios cabecillas que provocan o intentan
provocar las revueltas (en su mayoría sujetos homicidas) con objetivos finales
que más adelante explicaré. Estos personajes en cuestión suelen ser valentones,
echados para adelante, sin temor a nada ni nadie porque para ellos dentro de su
pensamiento lo tienen todo perdido, saben que serán viejos para cuando salgan
de la prisión. Son de mente fría y calculadora, saben cuando y como decir las
cosas y por supuesto de antemano su posible reacción y repercusión social consiguiendo
de esta manera hacer el mayor daño posible.
Lo que si tienen y se aferran a él
como a un clavo ardiendo es su nivel de estatus entre la población reclusa de
persona dura sin escrúpulos, quieren demostrar y dar la impresión de ser
persona que puede sesgar la vida de cualquiera sin pestañear sea interno o profesional,
y lo que es peor aún, es que lo harían sin tener remordimientos ni
arrepentimientos posteriores. Otro objetivo suyo suele ser el quitarse del
medio a otros reclusos que le puedan hacer sombra, que ansíen por encima de
todo llegar a conseguir el máximo nivel de estatus y de esta manera
arrebatarles su poder.
El personaje en cuestión nos
indica donde podemos intervenir las armas confeccionadas. Por parte de él, se
asegura que como consecuencia del requisamiento ello pueda implicar a sus más fervientes
competidores y de esta manera, matar tres pájaros de un tiro: primero; conseguir
quitarse del medio a sus competidores, segundo; conseguir el respeto de los
reclusos y con ello su estatus, y tercero; evitar ir al agujero (lugar donde te
pasas aislado las 24 h al día y 23 de ellas te los pasas en una celda de 2x4
metros durante todos los días de sanción impuesta). En definitiva que tienen un
máster en la embaucación.
Como he mencionado antes esto
suele pasar en un 95% pero existe ese otro maldito 5% restante y cuando ello
sucede, la tensión aflora en nuestro haber, la mente empieza a apoderarse de ti
con el fin de obstaculizar al corazón para que éste retire de nosotros la
ternura o la compasión que como ser humano tenemos.
En cierto sentido la mente hace un
trabajo brillante dado que en mi caso, me llega a mentalizar por completo que
entrar a un módulo con los reclusos totalmente alterados con rabia y odio, sin
control de sus cuerpos, con ganas de hacerte todo el daño posible si por ellos fuera
llegando incluso a poder arrebatarte la propia vida sin contemplaciones, no
deja de ser sin duda para mí, una guerra.
La situación me recuerda un poco a los libros y películas de la edad media, esa
loca batalla campal cuerpo a cuerpo donde la confusión, el esfuerzo realizado y
el estruendo de los gritos, te hacen llegar hasta la extenuación total y la
pérdida de la orientación, llegando a perder el propio control de tu cuerpo. La
mente sabiendo todo esto, me obliga a adaptarme con suma rapidez a ese próximo
envite que el oficio me plantea. La situación interior es extraña, la sangre
empieza su clásica ebullición dentro de mí y la concentración pasa a ser del
todo exclusiva con la inminente incursión que me dispongo a efectuar. Me invade
una sensación de sentimientos mezclados, mis miedos aprovechan la ocasión para
aflorar por desconocer las posibles lesiones físicas que mi cuerpo va a sufrir,
pensar en salir completamente ileso podría ser del todo una hazaña o un milagro
para los más creyentes…,lo que sí te pasa por tu cabeza en esos instantes es
todo lo que te aguarda fuera de allí, hijos, familia, amigos etc…, y saber que
el supuesto que salgas malherido de la reyerta, a tus seres queridos también les
tocará sufrir pero rápidamente lo borro de mi cabeza porque sino el miedo se
apoderaría de mi y no podría hacer mi trabajo. A la hora de la verdad, allí me
encuentro juntos a mis compis vestidos de zafarrancho de combate, con nuestros
trajes de diseño militar con refuerzos, nuestro flamante casco para intentar
minimizar los golpes en la cabeza, nuestro escudo protector que de tantos
golpes nos salva, nuestra defensa reglamentaria para poder propinar los golpes
necesarios a fin de llegar a reducir al contrario, y como es lógico con nuestra
consigna ‘el
paso siempre adelante’ (consigna con
significado de no retroceder y olvidar tus miedos).
Los minutos van pasando y el final
se va acercando, se palpa en el ambiente que los diálogos de negociación no
están dando los frutos deseados, desentumezco mis brazos y piernas y me choco
los puños con mis compis en señal de ánimo respirando en profundidad.
El jefe de operaciones informa que no hay
acuerdo, ya no cabe más diálogo y solo queda la última solución viable que no es
otra que la inclusión en el módulo para el disolver del motín por la fuerza, la
estrategia la tenemos definida, aprendida y entrenada concienzudamente, solo
falta las últimas indicaciones del protocolo, cuestión de segundos y la batalla
está servida.
Es cierto que te sientes muy
cambiado en esas situaciones, que aunque en tu vida personal puedas ser una
persona dócil, cariñosa, atenta o cualquier otro adjetivo que denote bondad, en
el mismo segundo que irrumpes en ese modulo tu personalidad cambia, te juegas
literalmente tu integridad física y por ello en forma de defensa te vuelves
agresivo, indiferente y muy combativo. Ese flujo de adrenalina que recorre y anega
tu cuerpo, tienes que soltarlo golpeando con todas tus fuerzas hasta que los
reclusos caen al suelo ya indefensos o levantan sus manos en señal de
rendición, llegado ese instante, se les engrilleta y traslada a un punto de
encuentro asignado en protocolo, permaneciendo sentados o tumbados con las
piernas abiertas para evitar su posible reincorporación y un posible ataque
sorpresa.
El ataque por parte de ellos es en todos los sentido una lucha
barriobajera, la utilización de sus armas fabricadas con todo tipo de material
lo demuestran, o incluso las sustraídas de los talleres de oficios por los
descuidos de los profesores. Cuando se termina el motín y requisamos todas las
armas, nos encontramos de todo lo inimaginable: Puñales (hechos de madera con
empuñaduras de cinta adhesiva), Azadas y Piquetas (con medio mango), Tijeras (divididas en dos partes), Palos (de
madera y hierro), esto por poner un ejemplo.
A lo largo de los años, me he
enfrentado a varios motines y de todos he salido herido de alguna forma, en una
de ellas me clavaron un punzón de madera en el interior del muslo de mi pierna
izquierda, aunque he de decir que no lo noté hasta el relajamiento tras el
final del motín, pero existe uno inolvidable para mí, en ese si salí maltrecho,
de un impacto en la parte frontal de mi cabeza, caí al suelo aturdido y allí consiguieron
despojarme de mi defensa y mi escudo, golpeándome entre varios reclusos con
palos por todo mi cuerpo, posiblemente gracias al traje no me fracturaron ningún
hueso, pero mi piel había cambiado de color, es color azul oscuro que te queda
tras los moretones por la ruptura de los vasos sanguíneos, durante varios días
mi cuerpo sentía dolor hasta cuando pestañeaba, pero estoy seguro que hubiese
sido aún peor de no ser gracias a mis compis que se dieron cuenta de la situación
y pudieron rescatarme de un mal mayor.
Solo puedo decir que la existencia
de un motín carcelario o de cualquier otro tipo, si no se puede llegar a ningún
acuerdo con el dialogo…las consecuencias son siempre para una parte o para la
otra DRAMATICAS.
***Dedicado
a mis hermanos de sangre ‘mis compis’***
HISTORIA – 4 ???